[nota de prensa- ASPAPEL]
El papel sí crece en los árboles. Por eso es natural y renovable. Y además el papel hace crecer los árboles: más papel significa más árboles y más empleo rural. En España, para fabricar papel, se plantan y se cultivan pinos y eucaliptos en 359.000 hectáreas de plantaciones, que están constantemente replantándose y regenerándose, y suponen 3.275 empleos directos y 9.655 empleos indirectos en zonas rurales, según datos de ASPAPEL.
En 2010 se utilizaron en nuestro país para hacer papel 5.802.500 m3 de madera de eucalipto y pino, un 7,8% más que en el año anterior, en línea con la recuperación de la producción papelera. Sin embargo, casi la tercera parte de esa madera (un 31,7%) procedía de la importación. Mientras el consumo de madera nacional crecía solo un 3,2%, el consumo de madera importada se incrementó el 19,2%.
APROVECHAR NUESTRO POTENCIAL FORESTAL
La industria papelera apuesta por la gestión forestal sostenible y su certificación, por una gestión cada vez más eficaz de las plantaciones, y por la adecuada movilización de las existencias de madera, pero necesita el apoyo de las administraciones central y autonómicas para hacer realidad ese potencial forestal que ahora se está desaprovechando.
LA ALTERNATIVA SOSTENIBLE PARA EL DESARROLLO RURAL
En España, las plantaciones para papel son fundamentalmente de dos especies muy productivas, que crecen muy rápidamente: el eucalipto y el pino.
Además de incrementar la superficie arbolada y preservar los bosques naturales, estas plantaciones productivas son muy eficaces en el control de la erosión y son sobre todo un eficiente sumidero de CO2. Pero no solo en el ámbito medioambiental nos ofrecen ventajas las plantaciones de pino y eucalipto. En un país europeo como España, donde existen grandes extensiones baldías de antiguos terrenos agrícolas y ganaderos ahora abandonados, el cultivo de estas especies productivas es una buena alternativa para el desarrollo rural, a través de la creación de empleo tanto directo como indirecto.
Las plantaciones para papel suponen en el ámbito rural 3.275 empleos directos relacionados con los trabajos de repoblación y selvicultura de los cultivos de madera. Tres cuartas partes de esos empleos están vinculados a las plantaciones de eucalipto para papel y el resto a las plantaciones de pino destinadas a la producción papelera. A estos empleos directos hay que sumar 9.655 empleos indirectos (maquinaria, transporte, talleres…) que suponen una importante vía de dinamización del desarrollo rural.
El incremento del 3,2% en el consumo de madera nacional para la fabricación de papel ha supuesto un incremento equivalente en el empleo forestal vinculado a esta actividad. Y la creación de empleo podría haber sido mucho mayor con una política forestal que permitiera una mayor movilización de madera nacional y un mejor aprovechamiento de nuestro potencial. El déficit de madera nacional obliga a la industria a recurrir a la importación de esta materia prima, lo que supone un sobrecoste económico con la consiguiente pérdida de competitividad del sector, además del coste medioambiental debido al transporte.
MÁS PAPEL, MENOS CO2
En 2010, las plantaciones para papel almacenaban en España 5,7 millones de toneladas de carbono (más de 21 millones de toneladas de CO2 equivalente), lo que supone un 10% de incremento con respecto a 2009.
Los árboles de crecimiento rápido, como el pino y el eucalipto que utiliza la industria papelera son precisamente debido a esa característica, los que más CO2 absorben. El eucalipto, por ejemplo, fija anualmente el doble de carbono que el castaño y cinco veces más que la encina. Estas plantaciones productivas se rejuvenecen además periódicamente con las talas de aprovechamiento y la consiguiente regeneración y replantación. Y son los árboles jóvenes, los que están en periodo de crecimiento, los que más CO2 absorben.
Los cultivos de madera para papel son por lo tanto grandes sumideros de CO2 que ayudan a frenar el cambio climático. Porque además el carbono almacenado en las plantaciones no se libera con la corta del árbol, sino que permanece en los productos papeleros y el plazo de almacenamiento se va alargando al reciclar esos productos papeleros una y otra vez.